La lucha contra el cambio climático es imprescindible para garantizar el derecho fundamental a tener una vida digna de las generaciones presentes y futuras en todas partes del mundo. Pero como siempre, las regiones que menos contribuyen a esta crisis son y serán las que sufren las peores consecuencias. Mientras tanto, los países que mayor impacto tienen sobre el planeta y la vida de sus habitantes siguen, en el mejor de los casos, sin hacer nada, y demasiado a menudo agravando la situación.